Septiembre - diciembre 2021 - Volumen 3 - No. 9 ISSN: 2708 - 7794
ISSN-L: 2708 - 7794
Pp 243 – 252
Redescubriendo la moral en la educación superior
Rediscovering the moral in Higher Education
dennisse.zamorae@ug.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-9950-764X
Universidad de Guayaquil, Guayaquil, Ecuador
lmarisca@espol.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-7418-2797
Escuela Superior Politécnica del Ecuador, Guayaquil, Ecuador
luis.madrid@uleam.edu.ec
https://orcid.org/0000-0003-4915-3334
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí
| Artículo recibido en junio 2021 | Arbitrado en julio 2021 | Aceptado en agosto 2021 | Publicado en septiembre 2021
Resumen
El objetivo de nuestro ensayo es el de interpretar el valor de la moral y su bordado epistémico y hermenéutico con el ejercicio de la docencia en el nivel superior. Se utiliza una metodología de revisiones bibliográficas que giran en torno a conceptos y efiniciones, recorremos los caminos de la historia de este valor hasta posicionarnos en el nicho de la academia, situamos a la moral en diferentes veras filosóficas que nos permiten comprender la norma y el acto del docente en la sociedad y en las aulas universitarias. Esto nos permitió entramar la moral con otros valores como el respeto y la tolerancia que de forma discreta se presentan para dar cuerpo al valor estudiado. Todo esto nos faculta a emitir la premisa que este valor es un principio universal, histórico y a la vez contextual que resguarda la acción del sujeto en sociedad, que el docente universitario es la reserva ecológica moral de esta sociedad y que su accionar incide en la transformación de la misma.
Palabras clave: Moral; valores; docencia universitaria; educación superior
Abstract
The objective of our essay was to interpret morality as a value and its epistemic and hermeneutical embroidery with the exercise of teaching at the higher level. A methodology of bibliographic reviews was used; they revolve around concepts and definitions. We traveled the paths of the history of this value until we stand ourselves in the niche of the academy. We placed morality in different philosophical veins to understand the norm and the teacher's act in society and university classrooms. We could tie up morality with other values such as respect and tolerance that are shown in a discreet way to give body to the value we have studied. Consequently, we were able to issue the premise that this value is a universal, historical, and at the same time a contextual principle that protects the action of the people in society. Furthermore, we conclude that university teachers are a moral and ecological reserve of this society and that their actions affect its transformation.
Keywords: Morals; values; university teaching; higher education
Nuestro estudio se basa en la moral como principio universal que se entrama con lasprácticas pedagógicas en el nivel superior, mencionamos autores que estudian este valor y dialogamos con ellos desde nuestras experiencias áulicas y personales, para realizar el empedrado epistémico de este ensayo, refrescamos en conceptos de la literatura filosófica clásica, caminamos en paralelo con la moral y su historia para dar cuenta de su presencia en casi todas las sociedades, estudiamos la moral en las universidades y la incidencia que tenemos los profesores en nuestros estudiantes, emitimos la premisa que la moral es la norma que rige la conducta del hombre en un momento y tiempo determinado.
Para presentar la evolución histórica de la moral traemos a Urquijo Angarita, Damasio Malinowski y Nietzsche, para estudiar los conceptos, utilizamos la filosofía, Ortega y Mínguez, Vásquez, Nietzsche y Boff; mediante algunas experiencias áulicas, comparamos la moral desde la ética kantiana y cristiana, sin el ánimo de provocar discrepancias sino para establecer diferencias; al tratar la moral en la sociedad, Weber nos permite comprender la estructura social desde la norma; acudimos a Day, Porta, Figueroa, Mendieta, Flores, Zahonero Rovira y Martín Bris, y, Aguirre para hablar de buenos docentes y sus prácticas pedagógicas.
En ese sentido, se realiza un entramado narrativo entre nuestras experiencias pedagógicas y los relatos de docentes de las investigaciones que venimos realizando; emitimos nuestra definición sobre moral y concluimos con que los docentes universitarios de la generación de los centennials, somos esa reserva ecológica moral que logramos supervivir en una sociedad de violencia normalizada, de una ética hiperlaxa en relación al respeto como utopía y concepto a resignificar, a la tolerancia (casi) cero y la invisibilización de los grupos subalternos y miserables, es decir a las minorías (que son las mayorías), somos esa generación que construyó relaciones desde la exclusión también normalizada de seres humanos considerados “especiales” por tener deficiencias físicas o mentales; somos la generación que asistió al acoso por homogeneización. Esta reserva ecológica moral, es la que está presente como una yunta que se acompaña para el arado profundo que permita la oxigenación y resiembra de la moral desde nuestras prácticas pedagógicas, en las opimas sensibilidades de esta nueva generación (mal llamada de cristal) que es la que estamos formando.
Concluimos que la moral en la educación superior está presente hoy más que ayer y que mañana será nuestra hoja de vida a seguir. Como docentes tenemos una gran responsabilidad en nuestras manos y cada día debemos ser mejores para ofrecer a nuestros alumnos, y por tanto a toda nuestra sociedad, una educación en donde prima la excelencia académica y la transmisión de valores morales.
Dos cosas Colman el ánimo con una admiración y una veneración siempre renovadas y crecientes, cuanto más frecuente y continuadamente reflexionamos sobre ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí (Kant, 2003, p. 138).
Antes de hablar de la moral, es preciso que acudamos a uno de los principios universales del ser humano, que es el principio de la libertad de pensamiento y el libre albedrío. Esta palabra libertad tiene una pulsión muy potente y genera grandes tensiones internas entre el cerebro primitivo (tiene una antigüedad que data de hace 400 millones de años y es el que lo convoca a la supervivencia) y cerebro racional (consciente, anclado a la razón por la norma), las tensiones se producen a la hora de la puesta en escena de la libertad de acción del hombre que -puede- entra en dialogo con la libertad de pensamiento, este dialogo se produce bajo intereses propios de cada uno de los cerebros, sin embargo, la respuesta y acción del primitivo es de 250 más rápida que el racional (Damasio, y otros, 2008). Ante esta evidencia, podemos colegir que la libertad está condicionada por factores científicamente comprobados de supervivencia y razón; y no se constituye en una ley apodíctica de la razón práctica puesto que, mientras que la libertad es real, el libre albedrío es solapado por la razón que a su vez se genera por la consciencia y está se supedita a la ley moral (Kant, 2003).
Comenzaremos por definir lo que es la moral. Esta es la esencia de la vida de los seres humanos, es su razón de ser y actuar en este teatro llamado sociedad, es el gran espectáculo al que está invitado el hombre para ser actor y espectador y que tiene taquilla llena para muchos años hacia adelante, luego es la más terrible, problemática, y acaso también si cabe el termino, la más esperanzadora de todas las ilusiones que tiene el hombre depositadas en el hombre (Nietzsche, 2005).
Entrando en la tarea que nos ocupa acudimos al Diccionario soviético de filosofía (1965) el cual nos alumbra sosteniendo que, son aquellas reglas de la sociedad y la conducta del hombre dentro de un contexto que es histórico y dialéctico y que, forma parte de la conciencia social, aunque sea individual la acción. Existen dos aristas desde donde se interpreta la moral, la primera es la idealista que se funda en la independencia de la moral de las condiciones materiales de la vida del hombre; la segunda arista es la marxista que asegura que son las condiciones histórico-sociales las que rigen y normativizan las reglas morales en la sociedad humana (p. 80, 81).
Para el Diccionario filosófico (2020) en sensu lato, todo el mundo sabe lo que es la moral, al igual que sabe de muchas cosas de forma general y por ello atribuye que es lo mismo ética y moral. En el sentido de la moralidad mundana, está abarca una determinada práctica moral, conocimientos sobre esa práctica, y, análisis diferencial de sus componentes. Bajo una mirada praxeológica nos acercamos a la moral para comprobar que la misma es -como dice Arjona- verbo y no sustantivo (There's A Place, 2013). La moral es decir y obrar, en construir desde las palabras y el pensamiento, es por esto por lo que Mendieta (2020) argumenta que “la teoría es estéril cuando la práctica es ociosa” (p. 16).
Vásquez (2010) señala que la moral es una construcción histórica social, que es la constitución de reglas, normas y valores, establecidos como principios que se convierten en costumbres, todas estas prescriben la conducta social del hombre, mediante deberes y obligaciones. Cada sociedad, en algún momento determinado, selecciona su sistema de valores morales, aquellos que considera más importantes, para satisfacer sus necesidades de convivencia, luego, estas van cambiando según el accionar del sujeto y la sociedad (Boff, 2003).
Ortega & Mínguez (2001) insisten en que, es la condición que posee el ser humano y que interviene en la cotidianidad, argumenta además que, los valores son afectados por la escasa moral de algunos sujetos. Esta moral de la que hablamos es una construcción individual y colectiva; cada ser humano toma decisiones personales; sin embargo, al momento de hacerlo se acepta a si mismo dentro de una tendencia moral colectiva que de uno u otro modo ejerce presión en él y lo controla, pero a la vez también le da la opción de oponerse a sí mismo.
La palabra moral tiene su etimología en el latín mos, que significa costumbre, carácter, modo de ser, modo de vivir; luego para el latín es moralis que es relativo a las costumbres, siendo esta moralis, un símil del griego ethikos que es igual a ética (Diccionario etimológico, 2021). La moral está ligada a la condición humana y es por tanto parte inherente del hombre, a su devenir, al cambio y a la genealogía. La moral tiene un recorrido histórico un tanto difuso, seguramente, se origina con la agrupación del hombre en pequeñas hordas, cuando el grupo decide poner reglas a su cohabitar, y el hombre razona en colectivo. Dentro de esta difusa genealogía, existe una corriente que argumenta que la moral existe por transmisión de información, por aprendizaje social (cultura), por genética en el ser humano (Urquijo Angarita, 1999).
Para hablar de moral es preciso tomar en cuenta que esta es del hombre, que es animal y, por tanto, sujeto a condiciones elementales que tienen que ser cumplidas para que puedan sobrevivir, subsistir la raza (Malinowski, 1984).
La moral es el espacio en donde libran su batalla el cerebro primitivo y el racional, siendo el primero el que ejerce la acción sin consecuencias, sino por supervivencia (Damasio, y otros, 2008). Hace unos días dando nuestras habituales clases, trabajábamos ejemplos de ética cristiana y kantiana, poníamos como pregunta el que haríamos siendo policías frente a una situación en donde unos ciudadanos corrían peligro inminente de morir por el disparo de un delincuente, unos decían, como policía yo disparo al delincuente, otros decían que sería lo que Dios quiera que suceda, la verdad fue emocionante escuchar a nuestros estudiantes discutir sobre el acto, desde estas dos veras, al fin cada uno establece y argumenta desde sus requisitos previos.
Siendo la moral el conjunto de normas, valores y costumbres que rigen en un grupo humano determinado (contextual), y que tratan de prescribir sobre el comportamiento humano las obligaciones y deberes individuales y colectivos, es sobrio citar a Weber (1977) quien no duda en argumentar que el hombre se encuentra dentro de tramas de significaciones tejidas artesanalmente con sus manos, es pues, la moral, aquella urdimbre vital que nos permite seguir tejiendo el telar de nuestra historia (social) con otras (nuevas) leyes que nos hacen reinterpretar y resignificar nuestra acción individual dentro del mundo. Bajo este argumento la moral es un acto de interiorización consciente de los criterios exógenos que prescriben sobre el comportamiento del individuo en la sociedad (Urquijo Angarita, 1999).
La sociedad actual como en todas sus épocas nos presenta situaciones caóticas e injustas, barbaries, asesinatos, corrupción y demás. Pudiéramos pensar que nuestra sociedad es peor que la de siglos anteriores, pero nos atrevemos a decir que en la actualidad hay más seres humanos con conciencia, moral y ética que logran distinguir y vislumbrar lo que está ocurriendo, atreviéndose a expresar abiertamente lo que sucede. Muchas de estas personas intentan hacer algo por lograr un cambio mientras otras pasivamente contemplan la realidad.
La Universidad como institución educativa destinada a elaborar y transmitir conocimientos, además de formar personas sabias y buenas tiene su origen en la Edad Media. La evolución histórica y la diversificación de las universidades fueron diluyendo este objetivo; se llegó a enfatizar solo en la producción científica. Ello condujo a un vaciamiento ético de la educación superior. Se retoma esta tarea a mediados del siglo XX, especialmente desde las escuelas de medicina (Ridder Symoens & Rüegg, 2008).
La universidad, además de transmitir conocimientos científicos y tecnológicos, también debe enseñar valores morales para formar profesionales competentes y responsables.
La enseñanza de la moral busca proporcionar instrumentos para que, los futuros profesionales, desarrollen criterios sólidos, comunicación asertiva y, más que nada, tomen decisiones prudentes y justas. Tanto para ejercer como para aplicar el ejercicio profesional, se requieren determinados valores morales; existen conflictos éticos y morales especialmente cuando interactuamos con otras personas en cualquier área o profesión en que nos desempeñamos, por lo que es esencial incorporar y poner en práctica de estos valores en la docencia educativa (López, Ariasgago, & Ojeda de Gómez, 2016)
En México, el papel de las instituciones de educación superior (IES) en los procesos de trasformación es bastante relevante, porque en estos espacios se modelan los recursos humanos de más alto nivel, que las nuevas circunstancias sociales demandan; pero, además, es donde se forman seres humanos (Cantú-Martínez, 2018).
Sintetizando el tema desde una perspectiva pedagógica, los valores morales aparecen formulados de forma prescriptiva en los currículos y proyectos, y en los idearios de cada centro escolar, dónde se adaptan, según las necesidades de cada comunidad académica, y se concretan y materializan en el proceso de intervención pedagógica que emprende cada profesor en el aula, el cual es el encargado de transmitir estos valores morales directa e indirectamente.
Si las instituciones educativas están encargadas de transmitir y desarrollar valores morales. La educación es, por tanto, aquella actividad cultural que se lleva a cabo en un contexto intencionalmente organizado para la transmisión de los conocimientos, las habilidades, destrezas y los valores morales que son demandados por el grupo social. Así, pues, todo proceso educativo está relacionado con los valores morales. Ya que, mediante la educación, el ser humano tiende a perpetuarse, siendo los valores morales el medio que da cohesión al proporcionarle unos determinados estándares de vida. Por lo que siempre la escuela, colegio, universidad ha contribuido, de forma decisiva, al proceso de socialización del ser humano de generaciones en los valores morales comunes, compartidos por el grupo social, con el fin de garantizar el orden en la vida y su continuidad. Ya que la transmisión de los valores morales era considerada como fundamentales e indispensable en las sociedades tradicionales con el fin de preservar sus tradiciones bien marcadas por su uniformidad; cuanto más complejas y plurales son las sociedades, más necesaria se hace la tarea de una educación en valores morales para el mantenimiento de la cohesión social.
La dimensión moral y los valores se hallan implícitos en la educación, forman parte de su praxis, la educación en sí tiene un carácter axiológico, el dialogo maestro-alumno se constituye en un generador de valores, los cuales cambian dependiendo del contexto sociocultural en que se desarrolla este dialogo pedagógico y, son los docentes los encargados de inculcar buenas prácticas de valores en sus alumnos (Figueroa, 2003).
Aguirre (2014) aborda la formación del profesorado desde lo moral (ético), generando una categoría de análisis, muchas veces obviada por el Alzheimer histórico de la sociedad, ya que, en realidad, si “existen aspectos morales que inciden favorablemente en el aprendizaje” es porque existe una buena enseñanza y por tanto profesores que se quedan en el constructo subconsciente del sujeto cognoscente para toda su vida (p. 2). Day (2006) estipula que los alumnos gustan de los docentes que poseen buena formación académica y que denotan ese lado humano tanto dentro como fuera del aula, con lo cual, logran establecer vínculos personales muy fuertes con quienes se interrelacionan.
Para hacer el nexo entre moral y excelencia en educación superior partimos de la premisa de que la enseñanza es moral porque su fin último es ofrecer beneficios a nuestra humanidad (Day, 2006), dentro de los lineamientos de la sociedad como colectivo humano, la educación se hace presente para dar forma al ciudadano, siendo la normativa moral la que rige la educación y al docente que forma en conocimiento y valores a sus estudiantes, la educación es una estructura y por tanto, debe existir un engranaje sólido de cada una de sus partes, así, mientras el objeto de conocimiento es científico, los valores morales se constituyen en una filosofía de enseñanza y aprendizaje.
Es muy interesante el proyecto del Grupo de Investigaciones en Educación y Estudios Culturales (GIEEC) en Argentina, este grupo, a través de relatos de vida de docentes memorables para sus alumnos estudian la praxis de la buena enseñanza. Estos evidencian la influencia de sus mentores en las diferentes fases del crecimiento personal e intelectual de estos profesores y como ellos intentan transmitir y poner en práctica lo mismo con sus alumnos. En Ecuador, estamos realizando un estudio sobre “Maestros Huella” y es notorio como los valores morales son una impronta de estos docentes y sus enseñanzas, se evidencia que la parte humana es un elemento clave al momento de que los alumnos escogieron a sus maestros.
El buen docente universitario se lo distingue por su saber sabio, pero, además, porque logra la forja de convicciones y actitudes que se convierten en características del alumnado, también, van dejando su impronta en sus colegas, estos buenos docentes, tiene predisposición para asumir el control del proceso pedagógico, con todo esto, surge desde el interior de estos profesores una urdimbre con vivos colores morales que pintan de esperanza a la sociedad desde sus prácticas pedagógicas. A través de sus estudios Porta, Yedaide, & Aguirre (2014) buscan claves para la buena formación de los futuros docentes. El cometido moral de los buenos maestros universitarios es lo que Aguirre (2014) indica que la educación trata de convertir a los estudiantes en mejores personas, en sujetos cultos y capacitados, pero, además, con virtudes y partícipes de un orden moral en evolución (p.325).
De nuestra parte, los estudios del “perfil epistemológico de docentes universitarios” y “el perfil de docentes de inglés en las universidades del Ecuador” nos permitió estar en contacto con grandes profesores realizándoles entrevistas en profundidad.
Dentro del primer estudio nos cuenta Yamilet que una docente de inglés considera que intenta poner en práctica sus principios morales dentro de su aula, que para ella es muy importante la honestidad en la clase entre alumnos y docente, ella es transparente al decirle a sus estudiantes “yo demuestro mis sentimientos hacia ustedes y no me quedo con nada”. Yamilet relata que fue alumna de esta docente y se sincera al decir que a veces choca cuando un profesor dice esas cosas, pero, la docente, continua Yamilet, no anda con rodeos porque dice haber sido criada así desde los 6 años en la cultura anglosajona y que, por lo tanto, aprendió que no puede quedarse con las cosas para ella, que las tiene que decir, ya que el no hacerlo, considera que es algo negativo.
La profesora de inglés también comentó que el respeto es otro principio para resignificar al docente y los estudiantes. Manifiesta que es así como expresa sus sentimientos, acepta que sus alumnos le digan si algo no está bien, considera que ahí está el saber vivir con las personas y llegar a acuerdos, eso es, termina diciendo la profesora, cohabitar los territorios del otro y permitir al otro visitar los suyos, siempre en el marco del respeto que es un valor que se entrama con la moral social. En el mismo estudio, en donde Yamilet participó, otra de las entrevistadas manifestó que la moral es uno de los principios importantes en el ser humano, que la docencia es el espacio donde los profesores deben manejarse bajo buenas formas de actuar, y que es en este espacio donde deben poner en práctica los valores que son parte de la primera microestructura social que es la familia. Añade que la moral es uno de los valores más importantes.
En el segundo estudio, Laura nos comenta acerca de Lidia Govea, una docente de inglés que fue escogida como “maestra huella” en la ESPOL. Lidia comenta, señala Laura, que en una ocasión tuvo como alumna a su vecina la cual la escogió como docente y en los primeros días de clases no asistía ya que pensaba que debido a la amistad que tenían, ella iba a tener un trato preferencial y que le iba a justificar las faltas, Lidia con mucho respeto fue muy puntal y justa, le dejó claro que ellas eran amigas fuera del aula pero que como alumna debía seguir las reglas y dar su mejor esfuerzo para pasar la materia, se necesitan tener valores morales muy sólidos para decir esto. Otro de los valores que Lidia considera importantes es la honestidad y el respeto, en Venezuela tuvo alumnos de Oriente quienes vestían y profesaban una religión diferente; también tuvo alumnos con otras preferencias sexuales, en primer lugar, ella dialogaba en privado con estos alumnos, les aconsejaba que debían mostrarse como eran, ser autóctonos en su vestimenta si así lo sentían, eso es honestidad les decía. Por otro lado, con la ternura y firmeza que le caracteriza, exigió respeto a los compañeros de parte del grupo de estudiantes, les aconsejaba ser empáticos y que cada ser humano es único y merecedor del respeto de los demás. (Mariscal, Castillo, Mendieta, 2021).
En el estudio del perfil docente de inglés los valores que los alumnos más anhelan que estén presentes en el salón de clases son: la justicia, honestidad, ética, responsabilidad, paciencia, empatía y respeto.
Los dos estudios nos dan la pauta para manifestar que los valores se entraman unos con otros en las prácticas docentes universitarias.
En este ensayo hacemos remembranzas de nuestras experiencias universitarias y de cómo a lo largo de la formación profesional encontramos docentes universitarios maravillosos que dejaron sembrado en nosotros recuerdos especiales, que nos permitieron ser mejores personas y profesionales.
Yamilet está cursando el último año de licenciatura en la facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación, Carrera educadores de párvulos en la Universidad de Guayaquil. Yamilet nos relata. Ha sido un camino duro, lleno de obstáculos y situaciones complejas, sin embargo, en este camino que voy recorriendo, me he encontrado con docentes comprometidos con su vocación y que hacen respetar su rol docente, tanto que no les permiten a los estudiantes ni siquiera realizar insinuaciones fraudulentas: Un docente comprometido, marca desde el principio sus límites y su accionar ante situaciones indebidas lo que no le permite al estudiante jugar con la moral de aquel docente. Yamilet nos cuenta que en tercer semestre una compañera de aula no había podido asistir durante todo el semestre por situaciones personales y pidió a la profesora que le enviara algunos trabajos para poder obtener su nota, entonces la profesora le indicó que lo consultaría con los estudiantes del aula para ver si ellos estaban de acuerdo. Para la profesora, no era justo dar esta oportunidad tomando en cuenta a aquellos estudiantes que habitualmente habían asistido a clases; la maestra puso a consideración esa petición a todo el salón y los estudiantes le dimos una oportunidad a la compañera. Con este relato quiero señalar que existen docentes que son justos y su moral no se pone en tela de duda por nada.
Como docentes del nivel superior, cada año recibimos cientos de alumnos, adultos jóvenes, cada uno con características propias que provienen de diferentes entornos, con distintas realidades económicas y con diversas ideologías políticas y religiosas. Todos ellos, tienen que enfrentarse a la realidad social del aula y tendrán que bregar para culminar su profesión, salvando retos y adversidades. Thompson (1992) manifiesta que ya desde aquel tiempo existe la preocupación por parte de educadores de renombre por saber si realmente las universidades en América son promotoras de la moralidad social.
¡Nos interpelamos! ¿Qué es lo que los docentes universitarios estamos ofreciendo a estos seres humanos, futuros líderes de nuestros países, futuros profesionales, futuros padres de familia considerada para muchos como la célula de nuestra sociedad y semilla de la humanidad?
La Misión de las universidades, escritas en papel, pueden darnos un aspecto mágico y apasionante, muchas de ellas intentan ser líderes en el campo de sus dominios científicos tecnológicos y humanísticos, pero, además, buscan fomentar altos valores morales y éticos. La (Universidad de Guayaquil, 2021), es la institución pública con mayor alumnado en el Ecuador, tiene como misión “Generar, difundir y preservar conocimientos científicos, tecnológicos… fortaleciendo profesional y éticamente el talento de la nación y la promoción del desarrollo, en el marco de la sustentabilidad, la justicia y la paz”.
Para poder comprender sobre la ética que las instituciones de educación superior plantean en sus misiones, hay que determinar que esta se encarga del estudio de la acción del hombre dentro del contexto social en donde la moral está presente con sus leyes y principios, los cuales guían al hombre y la sociedad (Mendieta, 2020).
La cuestión fundamental que se nos presenta a los educadores del nivel superior es la formación integral del hombre en la cual los valores morales están ligados directamente con su condición humana, el ser humano es el eje vertebral de la reflexión moral si bien descubriendo o creando los mismos. Luego, es imperante diseñar nuevas estrategias en el aprendizaje del objeto, las mismas que se entramen con los valores humanos (Zahonero Rovira & Martín Bris, 2012).
Surge, por tanto, la necesidad de volver a hurgar el valor de la moral en las profundidades de las ciencias sociales (humanas) para que, nuestra sociedad, reciba profesionales transparentes, con actitud y pensamiento crítico (Sternberg, 1986), pero por, sobre todo, promotores de la moral y ética. Es nuestra ilusión como docentes, que la educación se convierta en la mejor vía por donde caminen de la mano, nuestras esperanzas de dejar buena siembra y los ideales de nuestros jóvenes de ser el fruto de valores para el futuro. Ellos son la razón de ser de nuestra humanidad y el desafío más grande que tenemos los docentes.
La moral es un principio universal que se encuentra inscrito desde el inicio de los días, consideramos que esta apareció para encaminar nuestra evolución y crecimiento como personas, como clan, como tribus ciudadanas que se visitan, que se cohabitan para aprender unos de otros, luego, la moral se vincula con la otredad y cumple con una ley secular presente en casi todas las culturas y en muchas religiones, no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti.
La moral tiene un vínculo muy fuerte con las prácticas pedagógicas, en las escuelas los docentes enseñamos a nuestros estudiantes moral y ética, lo hacemos sin la necesidad que esté en el currículo, es nuestra tarea como miembros de una sociedad y, por tanto, lo hacemos implícitamente.
En el nivel superior sucede lo mismo, estamos tan comprometidos con nuestra labor que vamos untando a nuestros estudiantes con aquello que consideramos les va a servir para crecer como personas, la docencia es como la “Cadena de Favores” que alguna vez vimos en la pantalla, nosotros, dejamos el mensaje de la cadena de buenas acciones que podemos ir haciendo por el mundo y esta, crecerá en eslabones, pero también con efecto bumerang. Lo gratificante es, cuando al pasar el tiempo, te encuentras con un desconocido en el camino, te detiene y te dice “profesor, soy yo…yo fui su alumno, ahora soy… gracias a usted y a sus consejos”
Al contar nuestros relatos de experiencias pedagógicas y los relatos de docentes universitarios, dejamos por sentado que los docentes, sin que pretendamos ser el crisol desde donde se mire la sociedad, poseemos peculiaridades de moralidad que están constituyéndonos y nos otorga el permiso para construir una sociedad cimentada en principios y valores morales. Para nosotros la moral rige la conducta del hombre, es una construcción social, histórica, contextual y dialéctica que se recicla constantemente para no envejecer, pero que tiene principios sempiternos que tenemos que cuidar entre todas las personas del mundo, con más empeño, los maestros universitarios, porque es desde nuestro espacio que podemos trasformar la sociedad.
Nuestra generación de docentes, somos esa reserva ecológica moral que tiene la ilusión y pasión de que coexistamos en paz y armonía, en amor y respeto, en otredad y alteridad, en igualdad y equidad. Como escribíamos al principio, somos como esa yunta que debe trabajar unida para tener éxito desde nuestro pequeño, pero gran laboratorio social que son las aulas universitarias. La moral en la educación superior está presente hoy más que ayer y menos que mañana, la moral construida hoy será nuestra hoja de vida para ser y estar.
Tal vez lo que vamos a escribir en este último párrafo sea todo menos una conclusión, sin embargo, deseamos expresar nuestro sentir acerca de cómo ha venido leudando la moral en estos últimos veinte años en la sociedad global. La moral está en contra corriente de lo que muchos piensan, que es un valor que ha menguado en significancia. Para nosotros, docentes y personas humanas que trabajamos con niños, jóvenes y adultos, la moral es como las aguas de la ría, que lucha por llegar al mar, y el mar, es aquel que, en su majestuosidad, eleva la marea para no dejarla entrar, así sentimos que es la moral y la sociedad. La moral crece ante la adversidad y se edifica en monumentos de espuma para dejarnos ver que aún hay tiempo para soñar en que, llegada la tarde, está se fundirá con las aguas del mar para ser parte de este. Los docentes somos el viento y la corriente que empujan a la moral para que se encuentre con su destino, así, nuestros estudiantes, cada día son nuestra ilusión y nuestro mejor poema.
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